miércoles, 11 de enero de 2006

Blázquez

Gabilondo ha entrevistado hoy, en la Cuatro de TV, a Monseñor Blázquez, obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal Española, entidad que agrupa a los obispos de la iglesia católica en este país y que hace las veces de órgano de gobierno de esa institución. Gabilondo ha sacado a colación el tema de la Cope pero no ha conseguido que el señor obispo perdiera los papeles. Ha venido a decir que la línea de la Cope la marcan sus editoriales y, en cuanto a los programas, que unos le gustan más y otros menos pero que, en general, está satisfecho, aunque no necesariamente entusiasmado, con la emisora. Ha dicho también que, en ocasiones, los medios de comunicación contribuyen a amplificar la tensión existente en la sociedad, cosa que no parece aprobar pero a la que tampoco le ha dado mayor importancia. Según él las relaciones de la iglesia católica con el gobierno de España son correctas y cada uno está en su sitio. Si no se le ve tanto como a Rouco, en su papel de presidente de la Conferencia, es porque él está en Bilbao y desde allí es más dificil dejarse ver en Madrid que desde el mismo Madrid, que es donde está(ba) Rouco. Y que la asignatura de Religión debe ser evaluada porque a la libertad hay que marcarle unos cauces. Vamos que una cosa es la libertad y otra el libertinaje. También ha dicho que los obispos están para transmitir el mensaje de Cristo, y que, en esa línea, se puede contar con ellos para lo que haga falta y sobre todo y por lo que a él mismo respecta, para buscar la paz en el País Vasco. Que las mujeres lleguen a obispas de la iglesia católica no lo ve claro ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo pero ve bien que el estado financie otras religiones, siempre, claro está, que sea por el bien común (sic). Dados los malos modales, la grosería o, alternativamente, el estúpido compadreo, que son habituales en las relaciones políticas e institucionales en este país, este hombre es todo un ejemplo de civismo y saber estar. Al menos por lo que respecta a las formas. El contenido, como corresponde al papel político que está desempeñando, es perfectamente prescindible.

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